TALLER DE LITERATURA
Lo que sigue es un relato sobre una situación real…
hermosa y dolorosamente contado… lo que puede sucederle a
cualquier chico de una escuela… rural… luego la ciudad…
y algún día el final…
EL
FINAL
Por
Rodolfo Falchetti especial para Villa Crespo Digital
30
de diciembre del 2013
Todos
los días de invierno de ese primer año de escuela
rural penaste llorando en silencio. Llegar aterido. Al calentarte
ardían las orejas y las manos por los sabañones.
Encontraste
chicos mayores que no conocías. Te hicieron bromas sobre
el blanco guardapolvo, tú orgullo. Se rieron de la ordenada
cartera, los útiles prolijos que tú madre te preparaba.
Te dolieron más que la escarcha del camino.
Deseaste
terminar el curso de una vez para dejar de traquetear esa huella
llena de pozos en el sulky tirado por el viejo tordillo de confianza.
Al
fin llegó el verano. Se te hizo muy largo al darte cuenta
que extrañabas, de alguna manera que no podías definir,
a la maestra, al Moncho, compañero de banco que te defendía.
Hasta a los demás que pateando de igual a igual en los recreos
resultaron queribles.
A
los trece supiste que terminaba una etapa. Adiós al poblado.
No era más que una jornada en tu vida. Habría otras
¿Pero cuántas? ¿Qué traerían
consigo?
Otra
vez tuviste que adaptarte al medio al mudarte a la ciudad.
En
el secundario había hombres. Fumaban en el baño mientras
miraban revistas prohibidas. Y chicas. Incomprensibles, dulces a
veces, soberbias otras, pero eran un imán para tú
imaginación de adolescente.
El
primer amor lo creíste eterno. Duró solo una primavera.
Entendiste
que el sendero no acababa todavía.
Universidad,
trabajo, pareja, hijos, separación fueron otros mojones.
Lo mismo que enfermedades, amigos que iban y venían, muertes.
Percibiste
que el final de tu ruta llegaría más allá de
tu decisión. Era incierto. Solo Dios lo conocía. Sereno
afrontaste con alegría lo que quedaba de tu camino.
Caracteres:
1934